viernes, 4 de abril de 2008

Asaltando Bancos.

Escupo al cielo mi fuerza, mi poderosa voluntad. Escupo al cielo, pero a nadie le caerá en el rostro, esta vez. Escupo al cielo son alevosía. Y me quemo la mano.

Con los pies firmes en la tierra, busco la nube agujerada, busco al ángel caído, la mancha de violencia dibujada en el firmamento, pero no la encuentro. Será quizás que sin querer le fui a dar a Dios, será que yace en el suelo desangrándose, con una sonrisa ridícula en el rostro. Será que mientras busco, por gravedad descenderá. Será que recibiré el impacto de la primera bala salida de mi revólver, en una mañana de lunes soleado y seco. No, no será. Porque desde aquí, puedo oír más que gritos histéricos, más que llantos desolados…desde aquí puedo oír las suplicas de un ángel desdichado, puedo oír el lamento de una deidad.

Ahora, completamente excitada, vuelvo a disparar al cielo. Y no me detengo hasta no oír nada más que mi corazón palpitar. No me detengo hasta sentir mis piernas temblar. No me detengo hasta que todo se nubla…pestañeo un poco más y disparó la última bala.

Soy un dios, tengo poder y justicia en mi manos, en mis delicadas y femeninas manos. Y no hay hombre en esta tierra que se pueda a resistir a mis muslos, a mi cintura y espalda. Y si no fuera así, la que tiene el arma aquí, soy yo. Ahora, todos mírenme a los ojos. Pongan su dinero en la bolsa. Y tú, bonita, detrás del vidrio no olvides sonreír. Pon todo mi dinero en la bolsa, que en este mundo el cliente siempre tiene la razón. No olvides que ya mucho hemos errado para seguir perdiendo el tiempo así. No olvides que yo no tengo ganas de apuntar tu rostro y destruirlo en un simple jalar el gatillo. Señorita de sonrisa amigable, cierre los ojos y olvide mi rostro para que no tenga pesadillas esta noche, ni la siguiente, ni la subsiguiente.

Todos quietos, todos como gusanos en el suelo. No levanten la mirada y con alivio oigan mis pasos alejarse de este putrefacto banco.

Abre la puerta del auto amor…que nos vamos lejos. Lejos, para no volver jamás.

Estoy agotada, me preocupan las cosas importantes de la vida. Me preocupa el movimiento bajo nuestros pies. Me preocupa la noche un tanto adolorida. Me preocupa que tengas suficiente aire en tus pulmones. Suficiente sangre en tus venas, suficiente valor. Me preocupa tu pelo largo, tu espalda amplia, tus brazos fuertes, tu fina boca…Déjame dormir esta noche lejos de ti para venir a tu encuentro en la amanecida…en la descarada y olvidadiza amanecida.

Tamara Garcia.

No hay comentarios: